domingo, 4 de febrero de 2018

-TEXTOS COMENTADOS-
-HISTORIA DE LA FILOSOFÍA-
-MODELO EBAU-CASTILLA Y LEÓN-


PLATÓN: República, Libro VII
«Así pues, dije yo, el método dialéctico es el único que, haciendo desaparecer las hipótesis, avanza hasta el principio mismo para establecerlo sólidamente y sacando suavemente el ojo del alma del bárbaro lodazal en que estaba hundido, lo eleva hacia lo alto, sirviéndose, como de auxiliares y cooperadores en esta conversión, de las artes que hemos enumerado. Muchas veces las hemos llamado ciencias, para acomodarnos al uso; pero habría que darles otro nombre cuyo significado implicara más claridad que la opinión y más oscuridad que la ciencia. En algún momento de nuestro diálogo hemos utilizado el término de "inteligencia discursiva"; pero no me parece que debamos discutir sobre los nombres cuando tenemos ante nosotros realidades tan importantes que debemos examinar».
Cuestiones:
1. Análisis de texto (valoración de 0 a 2,5 puntos):
1.1. Identifique el problema filosófico al que responde el texto, exponga la tesis o las tesis que sustenta y los argumentos que emplea.
1.2. Relacione el contenido del texto con la filosofía del autor.

Análisis
- En este texto se plantea el problema del conocimiento, centrándose en el papel esencial que, en este, desempeña la dialéctica. A este respecto el texto desarrolla dos ideas básicas:
A.   Únicamente el método dialéctico permite la fundamentación del saber, pues solo el método dialéctico nos permite avanzar hasta descubrir el primer principio y fundamento de todo, que es la Idea de Bien.
B.   En esta tarea de buscar el fundamento del saber, la dialéctica tiene como colaboradores a ciertas «artes» (se entiende que está hablando de la geometría y artes afines como la astronomía y tal vez la música), las que emplean la «razón discursiva». Tal razón discursiva funciona como un paso previo para alcanzar el auténtico saber, el conocimiento de las Ideas, proporcionado por la dialéctica.
- Para entender el sentido del texto es conveniente comenzar aclarando que Platón defiende una ontología dualista, según la cual existen dos niveles de realidad, a los que denomina mundo sensible y mundo inteligible.
El mundo sensible es el mundo que captamos a través de los órganos de conocimiento del cuerpo, esto es, de los sentidos. El mundo sensible es un mundo aparente, no auténticamente real. Y está constituido por entidades que son materiales, individuales, compuestas de partes y cambiantes.
El mundo inteligible es el mundo que captamos a través del órgano de conocimiento del alma, es decir, del nous (= el entendimiento). Este mundo inteligible está constituido por ciertas entidades que Platón denomina Ideas o Formas, que son entidades inmateriales, simples, universales, eternas e inmutables.
Paralelamente a esta ontología dualista Platón elabora una epistemología según la cual existen dos grandes niveles de conocimiento que subdivide en otros dos:
La forma de conocimiento inferior es lo que denomina «conocimiento sensible», obtenido a través de los sentidos, que es el conocimiento de la realidad inferior, del mundo sensible. Tal conocimiento no es verdadero conocimiento, es mera doxa (= opinión).
Este tipo de conocimiento lo subdivide Platón en otros dos subniveles, a los que denomina eikasia (= conjetura, imaginación), que es el conocimiento indirecto de lo sensible, y pistis (= creencia, fe) que es el conocimiento directo de lo sensible.
Superior el conocimiento sensible es el conocimiento intelectual, que es conocimiento de lo universal, y que se obtiene a través del nous. No obstante, al auténtico conocimiento universal no se accede de golpe, por lo que, también aquí diferencia Platón dos subniveles de conocimiento que Platón denomina dianoia (razón discursiva) y episteme (= ciencia).
La dianoia es el conocimiento cuyo contenido es la geometría y artes afines (la astronomía, incluso la música). Este tipo de conocimiento es conocimiento de lo universal, pues el conocimiento obtenido vale para todos los casos. Pero este conocimiento no es, todavía, conocimiento pleno, por dos razones: (1) Necesita de imágenes sensibles para constituirse. (2) Parte de ciertas hipótesis que no explica, que no fundamenta. Por ello es un conocimiento que, en cierto modo, se construye en el aire.
Pues bien, por encima de la dianoia está la episteme, que constituye la forma plena de conocimiento, pues consiste en el conocimiento del fundamento de todo, que es la Idea de Bien, y de cómo a partir de esa Idea se determina cualquier otra. En este tipo de conocimiento desempeña un papel esencial la dialéctica, por eso Platón dice que «el método dialéctico es el único que haciendo desaparecer las hipótesis, avanza hasta el principio mismo para establecerlo sólidamente».
El método dialéctico consiste en buscar lo que tienen en común dos Ideas, buscar, por decirlo así, la síntesis de esas dos Ideas, para poder ascender a una Idea superior, repitiendo el proceso hasta alcanzar la Idea de Bien, con lo que hemos alcanzado la cumbre de la realidad y el fundamento de todo el saber. Hecho esto se puede descender mediante un proceso puramente racional, dividiendo las Ideas de dos en dos (proceso que se conoce como dialéctica descendente o diáiresis), y obtener de este modo definiciones de las Ideas, determinaciones precisas de cualesquiera Ideas.
En el texto dice que el método dialéctico se sirve de colaboradores a «las artes que hemos enumerado», y luego dice que algunas veces hemos llamado a estas artes ciencias, porque se les suele llamar así, pero que sería mejor darles otro nombre; un nombre que no sea opinión, porque proporcionan un conocimiento más claro que la opinión, pero tampoco son auténticas ciencias, por lo que entiende que un nombre adecuado es inteligencia discursiva (con lo cual está dando a entender que habla del conocimiento de la geometría y afines).
La dialéctica se apoya en tales artes porque no se puede alcanzar de golpe el conocimiento de la Ideas, por lo que es necesario ir por pasos: primero abandonamos la mera opinión, el conocimiento de lo sensible (al que Platón en el texto denomina «bárbaro lodazal»), practicando la geometría.
Tras este abandono de lo sensible, y el adiestramiento del nous con la geometría, ya estamos en condiciones de acceder al conocimiento de la Ideas, pero estas solo se conocen plenamente cuando se conoce cómo se determinan unas a partir de otras, y todas a partir de la Idea de Bien, y para eso necesitamos la dialéctica.

***

ARISTÓTELES: Política. Libro III, capítulo 7, & 2.
«Puesto que régimen político y órgano de gobierno significan lo mismo, y órgano de gobierno es la parte soberana de las ciudades, necesariamente será soberano o un solo individuo, o unos pocos, o la mayoría; y cuando ese uno o la minoría, o la mayoría, gobiernan atendiendo al bien común, esos regímenes serán por necesidad rectos; y los que atienden al interés particular del individuo o de la minoría, o de la mayoría, desviaciones. Pues, o no hay que considerar ciudadanos a los que no participan, o deben tener participación en el beneficio».
Cuestiones:
1. Análisis de texto (valoración de 0 a 2,5 puntos):
1.1. Identifique el problema filosófico al que responde el texto, exponga la tesis o las tesis que sustenta y los argumentos que emplea.
1.2. Relacione el contenido del texto con la filosofía del autor.

Análisis
-El texto gira en torno a la reflexión sobre la polis. Y en él Aristóteles plantea dos problemas: 1) ¿Qué posibles tipos de gobierno hay; y, 2) ¿cuál es la forma correcta de gobierno?
Y en respuesta a estos problemas Aristóteles defenderá dos tesis que aparecen recogidas en el texto: 1) Los tipos de gobierno posibles son: que gobierne uno, que gobierne la minoría, o que gobierne la mayoría; y, 2) el gobierno correcto es aquel que lo hace en función del bien común.
-Para entender el sentido de este texto tenemos que remontarnos a la obra general de Aristóteles.
Aristóteles sostiene en su física que lo natural se caracteriza por el cambio, la naturaleza es un continuo «llegar a ser», un permanente pasar de ser en potencia a ser en acto. Porque ser en acto es ser plenamente, y todo tiende a la plenitud.
Tal cosa también acontece con el ser humano. Por ello, el ser humano tiende a la plenitud, y en la plenitud alcanzará la felicidad.
Ahora bien, ¿qué hace al ser humano un ser pleno?, ¿plenamente humano?
Aquello que le hace humano, diferenciándole de los animales, es la voluntad libre y el conocimiento racional. Por eso el ser humano alcanzará la plenitud cuando adquiera el hábito de guiar su voluntad por el conocimiento racional (y en esto consiste la virtud).
Pero para poder llevar una vida tal necesita de la comunidad, pues solo en la comunidad encontrará todo aquello que le permita satisfacer sus necesidades básicas, para disponer de ocio y de aquellas relaciones que le permitan poner en práctica los diversos usos de la razón (esto es, desarrollar las virtudes).
Por eso la comunidad es un componente natural de la vida humana, el ser humano es un ser social, comunitario, por naturaleza. Y la prueba de que es así, dice Aristóteles, es que el ser humano tiene palabra (logos) y no solo voz como los animales. La voz permite expresar el dolor y el placer, pero la palabra sirve para manifestar lo conveniente y lo dañoso, lo justo y lo injusto, y estas cosas solo tienen sentido si se vive en comunidad.
Ahora bien, Aristóteles distingue tres tipos de comunidades humanas, que, de la más primitiva a la más plena son, la familia, la aldea y la polis.
En la familia encentra el hombre la satisfacción de aquellas necesidades más básicas. Pero solo en la polis encuentra el hombre todo lo necesario para desarrollarse plenamente como humano y así alcanzar la felicidad. Por eso la polis es la comunidad perfecta, el fin de toda comunidad, la plenitud de toda comunidad.
Dado que la polis es la comunidad perfecta porque en ella encuentra el hombre la plenitud, o felicidad, el objetivo de la polis es alcanzar este fin. Por eso, si quienes gobiernan no buscan este fin no están cumpliendo con el cometido para el que surgió la polis.
Pero no todos los seres humanos están en condiciones de alcanzar la plenitud y por lo tanto la felicidad. En la Atenas de la época de Aristóteles ni los esclavos ni las mujeres tenían participación en la vida política, no tenían la condición de ciudadanos (tampoco los extranjeros o hijos de extranjeros). Y Aristóteles asume y justifica ese estados de cosas.
Así, dice que hay hombres que han nacido para esclavos, que son esclavos por naturaleza. Se trataría de aquellos que no tienen la capacidad de gobernarse racionalmente a sí mismos. Con respecto a las mujeres dice que poseen una racionalidad incompleta.
De modo que solo los varones libres tendrán la condición de ciudadanos, esto es, de «socios» de la polis. Y, en tanto ciudadanos, han de participar, «todos», de aquello para lo que surgió la polis: poder llevar una vida plena, y, por eso, feliz. A eso, al conjunto de condiciones que permiten que todos los ciudadanos lleven una vida plena, y por ello feliz, le denomina Aristóteles, bien común.
Y por eso los gobiernos correctos son aquellos que procuran el bien común; pues serían un contrasentido que alguien fuese considerado ciudadano («socio» de la polis), pero no participase en el beneficio de la polis.
Al gobierno de uno solo que busca el bien común le denomina Aristóteles, monarquía. Su degeneración, el gobierno de uno que busca el interés particular, es la tiranía.
Al gobierno de la minoría que busca el bien común de denomina aristocracia. Su degeneración es la oligarquía.
Al gobierno de la mayoría que busca el bien común le denomina república (politeia). Su degeneración es la democracia (demokratía).

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