domingo, 4 de febrero de 2018

-COMPARACIÓN DE AUTORES-
-HISTORIA DE LA FILOSOFÍA-
-CASTILLA Y LEÓN-


-COMPARANDO A PLATÓN CON ARISTÓTELES-
      Platón comparte muchas de las tesis de Aristóteles. No en vano Platón fue maestro de Aristóteles. Pero Aristóteles fue un discípulo crítico. Por ello también hay numerosas diferencias entre ambos.
   Entre las similitudes encontramos:
      Ambos autores comienzan por diferenciar entre conocimiento sensible, que es conocimiento de lo particular, obtenido a través de los sentidos, y conocimiento intelectual, que es conocimiento de lo universal, obtenido a través del entendimiento (nous).
      Ambos autores coinciden también en considerar que la forma de conocimiento plena es el conocimiento de lo universal.
      También coinciden en que lo universal constituye la esencia o principio de las cosas.
      Ambos coinciden en considerar que el ser humano es un compuesto de cuerpo y alma. Y coinciden en diferenciar tres partes en el alma: concupiscible (o apetitiva), irascible (o volitiva) y racional.
      También consideran ambos que el ser humano es un ser social por naturaleza, que solo puede realizarse plenamente en el seno de la polis.
   Pero Platón y Aristóteles discrepan en las varias cuestiones:
      Aristóteles rechaza que las esencias estén separadas de las cosas. Niega, por lo tanto, que exista un mundo de ideas o formas separadas de las cosas sensibles. Por el contrario, para Aristóteles las esencias, que residen en las formas sustanciales, se encuentran en el mundo físico, organizando la materia y constituyendo las sustancias.
      El rechazo de la teoría de las ideas lleva a Aristóteles a una distinta concepción y valoración de la physis (la naturaleza). Para Platón la naturaleza, a la que identifica con el mundo sensible, ocupa un lugar secundario en la estructura de la realidad. Constituye una realidad de segundo orden. Es una realidad aparente, una mezcla de ser y no ser. Aristóteles, por el contrario, considera que el mundo físico constituye la auténtica realidad.
      Ambos filósofos conciben el alma de manera distinta: para Platón el alma es inmortal, y tras la muerte del cuerpo se reencarna, con la aspiración final de regresar al mundo de las ideas al que pertenece. Alma y cuerpo constituyen, por lo tanto, dos sustancias separables (dualismo antropológico). Para Aristóteles el alma es solo la forma sustancial de los cuerpos de los seres vivos, y es inseparable de la materia. Alma y cuerpo constituyen una única sustancia (monismo antropológico).
      También discrepan en la organización del conocimiento. Platón diferencia dos niveles de conocimiento sensible: la conjetura o imaginación (eikasia) y la creencia o fe (pistis). Y dos niveles de conocimiento intelectual: la inteligencia discursiva (dianoia) y la inteligencia intuitiva (noesis). Aristóteles no diferencia niveles de conocimiento sensible. Con respecto al conocimiento intelectual diferencia entre conocimiento de lo universal (arte y prudencia), y conocimiento de lo universal y necesario (inteligencia, ciencia y sabiduría).
      También discrepan en lo que entienden por método de conocimiento válido. Para Platón el método de conocimiento por excelencia es la dialéctica. Aristóteles no considera la dialéctica un método de conocimiento válido, en su lugar defiende la demostración.
      Se diferencian igualmente por cómo explican el acceso al conocimiento de lo universal. Para Platón el entendimiento (nous) capta directamente las ideas en una intuición (noesis). Aunque a veces dice que el alma ya trae el conocimiento de las ideas al nacer, dado que procede del mundo inteligible. Aristóteles entiende que el universal se capta a través de un proceso de abstracción mediante el cual el entendimiento agente saca lo universal de las imágenes guardadas en la memoria. Aunque también dice que los primeros principios del conocimiento se captan directamente por el nous.
      Tienen también diferente concepción de la ética. Platón pone en primer lugar la justicia. Aristóteles la felicidad.
      Igualmente se diferencian en la política. Platón trata de diseñar un modelo ideal de Estado puesto al servicio de la justicia. Entendida como orden o armonía entre los estamentos del Estado. Aristóteles parte del análisis de los Estados (las polis) existentes. A partir de ahí concluye que la finalidad del Estado (de la polis) es instaurar el bien común. A partir de ahí clasifica las formas de gobierno, o lo que es lo mismo, los regímenes políticos, en correctos e incorrectos. Correctos serán aquellos que estén al servicio del bien común (monarquía, aristocracia y república) e incorrectos aquellos que estén al servicio de intereses particulares (tiranía, oligarquía y democracia).


-COMPARARANDO A TOMÁS DE AQUINO CON ARISTÓTELES-
Tomás de Aquino comparte muchas de las tesis de Aristóteles. No en vano la obra de Tomás de Aquino está construida sobre una base aristotélica.
   Así entre las similitudes encontramos:
Tanto Aristóteles como Tomás de Aquino definen lo natural como aquello que cambia por sí mismo. También consideran que la naturaleza está compuesta por sustancias con sus accidentes, que las sustancias están compuestas de materia primera y forma sustancial (hylemorfismo), que el movimiento consiste en pasar de ser en potencia a ser en acto, que existen cuatro tipos de cambio y cuatro causas del cambio, etc.
Ambos defienden la necesidad de un Primer motor inmóvil, que es causa final del movimiento.
También comparten la tesis de que el alma es la forma sustancial del cuerpo de los seres vivos.
Comparten igualmente que conocer es conocer lo universal. Y que el universal se conoce mediante un proceso de abstracción a partir del cual el entendimiento adopta la forma sustancial separada de la materia.
Igualmente la ética de ambos está basada en la tesis de que el fin último de los hombres es la felicidad.
Y también consideran ambos que el hombre es por naturaleza un ser social.
   Pero Aristóteles y Tomás de Aquino se diferencian en:
Para Aristóteles el mundo es eterno y necesario. Tomás de Aquino considera, sin embargo, que el mundo ha sido credo por Dios, que lo crea libremente. Lo que quiere decir que el mundo es contingente. Podría no haber existido.
Tomás de Aquino asume la existencia de un mundo de ideas o formas, al estilo platónico, si bien, constituyendo la mente de Dios. Aristóteles solo admite un tipo de universales: las formas sustanciales que organizan la materia.
A las cuatro causas aristotélicas (material, forma, eficiente y final) Tomás de Aquino añade la causalidad ejemplar. Esto significa que las ideas o formas existentes en la mente de Dios son tomadas por Éste como modelos para crear el mundo físico (y en ese sentido son causa ejemplar del mundo).
Aristóteles considera al alma inseparable del cuerpo. Tomás de Aquino considera que el alma es eterna y separable del cuerpo, aunque tras la muerte la parte vegetativa y sensitiva del alma pasan a estado potencial.
Tomás de Aquino, frente a Aristóteles, considera que la felicidad plena no se alcanza en este mundo, sino que se necesita de la salvación, mediante la cual el hombre puede contemplar a Dios. En esa contemplación reside la felicidad plena. Para alcanzar este estado son necesarias las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) que, lógicamente, no aparecen en el sistema aristotélico.
Finalmente, Aristóteles toma como modelo de Estado a las polis griegas. Tomás de Aquino a los incipientes Estados nacionales que comenzaban a constituirse en la Baja Edad Media.
Además Tomás de Aquino considera que la mejor forma de gobierno es una mezcla de monarquía, aristocracia y democracia. Y que los individuos no encuentran la plenitud en el Estado sino en la contemplación de Dios. Por eso en los asuntos relativos a la salvación el Estado debe estar subordinado a la Iglesia. Frente a Aristóteles que considera que en la polis se encuentra la autosuficiencia.


-COMPARANDO A DESCARTES CON TOMÁS DE AQUINO-
      Tomás de Aquino parte de una ontología y una epistemología de origen aristotélico. Descartes es uno de los fundadores de la concepción de la realidad y de la ciencia modernas.
      Tomás de Aquino, siguiendo a Aristóteles, parte de un universo cualitativo: no todo puede ser reducidos a cantidades, matematizado. Siguiendo a Galileo, Descartes considera que el universo está escrito en caracteres matemáticos (esto es, cuantificables).
      Tomás de Aquino, siguiendo, una vez más, a Aristóteles, parte de una concepción organicista del universo. La naturaleza entera es explicada tomando como similitud el funcionamiento de los organismos. Por eso considera que todo está impulsado a alcanzar un fin. La matematización de la realidad lleva a Descartes a una concepción mecanicista de la naturaleza: la naturaleza es concebida como una máquina, esto es, como un conjunto de piezas que mueven a otras piezas por contacto.
      Tomás de Aquino sostiene, siguiendo a Aristóteles, que el método conocimiento por excelencia es la demostración, un tipo de deducción que emplea silogismos (en los cuales a partir de unas verdades más generales se sacan unas verdades menos generales). Descartes considera que ese método no proporciona conocimiento nuevo. Por ello defiende como método apropiado una nueva concepción de la deducción: esta consiste en una síntesis en la que, a partir de verdades simples, se construyen verdades complejas.
      Tomás de Aquino concibe la verdad como adecuación del entendimiento a las, cosas. Para Descartes la verdad es, ante todo, evidencia, certeza.
      Tomás de Aquino es un pensador realista: considera que podemos conocer directamente la realidad tal como es en sí misma, dado que el conocimiento es una especie de reflejo de la realidad. Descartes es el iniciador del idealismo epistemológico. La realidad solo puede ser conocida a partir de las ideas construidas por el entendimiento.
      Tomás de Aquino parte de la cosmología aristotélica: geocéntrica, geoestática, y en la que el cosmos es heterogéneo, esto es, los cuerpos bajo la esfera sublunar están constituidos de distintos materiales y tienen tipos de movimiento o cambio distintos que los de la esfera supralunar. Descartes considera que la Tierra no es el centro del cosmos sino un planeta más que gira en torno al Sol, que es una estrella más. Por esa razón el cosmos es homogéneo, no hay ninguna diferencia entre los materiales, movimientos o leyes que rigen el comportamiento en la Tierra con respecto al resto de los cuerpos celeste.
      Tomás de Aquino parte de la concepción aristotélica del movimiento: el movimiento es entendido como paso de ser en potencia a ser en acto. Descartes concibe el movimiento como desplazamiento de las partículas materiales en el espacio.
      Para Tomás de Aquino el mundo natural está compuesto de sustancias con sus accidentes. Las sustancias son aquello que tiene realidad en sí mismo, y que está compuesto de materia primera y forma sustancial. Descartes entiende la sustancia como lo que solo necesita de Dios para existir, y sostiene que hay tres tipos de sustancias: sustancia pensante, sustancia infinita, y sustancia extensa.
      Para Tomás de Aquino el conocimiento se construye a partir de la experiencia, de la cual el entendimiento saca, mediante un proceso de abstracción, lo universal. También sostiene, como pensador medieval que es, que la fe tiene un papel en el conocimiento, incluso el papel más relevante, porque solo a través de la fe podemos tener un conocimiento de la naturaleza de Dios. También toma como punto de partida la tradición y ciertos libros y pensadores «con autoridad». Descartes es un pensador racionalista, la razón por sí sola produce todo el conocimiento posible, con independencia de la tradición la autoridad, la fe y hasta de la experiencia.
      Tomás de Aquino rechaza la validez de los argumentos a priori para demostrar la existencia de Dios, esto es, rechaza el argumento ontológico, porque considera que este parte de una definición de Dios que solo podemos conocer a través de la fe. Descartes acepta el argumento ontológico como válido porque considera que la noción de Dios es una idea innata, construida por la razón.
      Tomás de Aquino defiende una ética de la felicidad: siguiendo a Aristóteles considera que el fin último del ser humano es alcanzar la felicidad, identificada con la plenitud humana, que se alcanza con la práctica de las virtudes intelectuales y morales. Aunque, como pensador cristiano, considera que la felicidad completa solo se puede alcanzar con la salvación para la que se necesita de la práctica de las virtudes teologales. Descartes se limita a la defensa de lo que denomina una moral provisional, centrada en el cumplimiento de tres reglas: (1) Obedecer a las leyes y cos­tumbres del país. (2) Ser lo más firme y resuelto posible en el obrar. (3) Pro­cu­rar vencerse más bien a sí mismo que a la fortuna y esforzarse más bien por cam­biar los pen­samientos propios que el orden del mundo.


-COMPARANDO A HUME CON DESCARTES-
Descartes es el fundador de una gran corriente de pensamiento conocida como racionalismo, que domina el panorama filosófico de la Europa continental de los siglos XVII y XVIII. Al mismo tiempo se desarrolla otra corriente de pensamiento en las islas británicas conocida como empirismo, fundada por Locke pero cuyo representante más destacado es Hume.
Pues bien, entre ambas corrientes de pensamiento, y entre la filosofía de ambos autores, hay similitudes y diferencias muy claras, sobre todo en lo que atañe a la fundamentación del conocimiento.
   Entre las similitudes está el que ambos autores consideren que el ser de las cosas, su esencia, se da en la conciencia que conoce. Esto es, no accedemos a las cosas externas de un modo directo sino a través de las ideas de nuestra propia mente. Dicho de otro modo, no conocemos como es la realidad en misma, sino a través de nuestras propias ideas. Esto hace de ambos autores pensadores idealistas (o subjetivistas).
Ambos autores consideran que la verdad es, ante todo, certeza, imposibilidad de dudar.
Ambos autores ponen como núcleo del pensamiento filosófico a la teoría del conocimiento, a la epistemología o gnoseología.
   Pero a partir de aquí comienzan las diferencias:
Descartes considera que los primeros principios del conocimiento han de ser establecidos por la razón, sin intervención de los sentidos. Esto es, Descartes considera que solo hay certeza allí donde el entendimiento construye sus propias ideas sin intervención exterior. Hume, por el contrario, considera que solo podemos tener certeza cuando el sujeto permanece pasivo y se limita a recibir las impresiones tal como le llegan.
A las verdades construidas por la razón sin ayuda externa les llama, Descartes, ideas innatas o conceptos, y constituyen el principio sobre el que asentar todo nuestro conocimiento. Hume niega que existan verdades innatas, toda idea tiene que proceder de una impresión o carecerá de significado.
Descartes considera que las matemáticas constituyen el modelo de saber por excelencia, por ser una ciencia construida en exclusiva por el entendimiento, por la razón. Hume considera que las ideas de las matemáticas no proceden, efectivamente, de las impresiones, sino que son meras definiciones. Por ser tales no responden a nada real y no describen el mundo sino solamente cómo funciona nuestro pensamiento. Para Hume por el contrario la ciencia por excelencia es la física, en tanto se atiene a lo dado por la experiencia.
Descartes defiende el método sintético-deductivo, entendiendo por tal aquel que construye un saber complejo a partir de lo simple. Hume niega validez a cualquier método de conocimiento. El conocimiento se basa en el convencimiento, en la creencia, engendrada por la costumbre. No hay por ello forma de fundamentar el saber. Por lo que Hume es un escéptico. Según Hume, ni siquiera podemos estar seguros de que las ideas que dejan en nuestra mente las impresiones responden a algo real. No podemos conocer como son las cosas en sí, sino únicamente las cosas tal como se nos muestran, los fenómenos.
Vinculado a su teoría del conocimiento Descartes desarrolla un sistema metafísico: el intento de fundamentar el conocimiento nos lleva al descubrimiento, en primer lugar, de la sustancia pensante o alma, posteriormente de la sustancia infinita o Dios, para concluir con el descubrimiento de la sustancia extensa o mundo. Por el contrario, a partir de su teoría del conocimiento Hume lleva a cabo una crítica de la metafísica, negando en primer lugar, que se pueda fundamentar el principio de causalidad y el segundo lugar que se pueda llegar al conocimiento de cualquier tipo de sustancia.


-COMPARARANDO A ORTEGA CON MARX-
   Comparten cierta concepción del ser humano: el ser humano es el ser de carne y hueso, el individuo concreto y material. No una abstracción (al estilo de Hegel, que reducía lo humano a una sucesión de figuras de conciencia que constituyen un momento del desarrollo del Espíritu absoluto).
Marx, al igual que Ortega, sostiene que el hombre es un ser social e histórico. El ser humano no viene determinado por su naturaleza (por la posesión de una esencia dada de una vez y para siempre), sino por las condiciones sociales y la época histórica en la que vive.
Ambos autores tratan de desentrañar la estructura social y jerarquizan los fenómenos sociales, si bien discrepan a la hora de explicar cuáles son las subestructuras básicas que componen la sociedad, así como a la hora de aclarar qué elementos son determinantes y cuáles son determinados dentro de la estructura social.
   Se diferencian en:
Marx sigue prisionero, al menos en parte, de la concepción moderna de la razón, por eso al explicar la estructura de la sociedad y los cambios históricos parte de aquellos fenómenos que pueden ser descritos en términos cuantitativos, objetivos, que pueden ser descritos «con la precisión de las ciencias naturales» (en palabras del propio Marx). Si bien Marx sostiene que los cambios sociales tienen una estructura dialéctica. Ortega intenta desarrollar un nuevo modelo de racionalidad, que sirva para explicar los fenómenos vitales e históricos: la razón vital.
En la base de la estructura social pone Marx a las fuerzas productivas, que determinan cómo han de ser las relaciones de producción y estas la estructura ideológica. Ortega pone en la base de la estructura social la sensibilidad vital que determina los valores éticos y estéticos, y estos la política y la industria.
Los cambios históricos se producen, según Marx, porque las nuevas fuerzas productivas ya no encajan con las relaciones de producción existentes, lo que da origen a una lucha de clases, que se resuelve con una nueva clase triunfante que impone una estructura ideológica al servicio de sus intereses. Según Ortega los cambios históricos se producen cuando aparece una nueva minoría de vanguardia con una nueva sensibilidad vital, que trae consigo nuevos valores éticos y estéticos y estos una nueva concepción de la política y la industria.
Marx atribuye un papel fundamental a las masas (el proletariado) como elemento transformador en la sociedad capitalista. Será una revolución proletaria la que liquide el modelo capitalista al hacerse con el control de los medios de producción, dando paso así a una sociedad comunista. Ortega cree que las masas son siempre conservadoras, tienden a instalarse en lo que hay. Toda transformación viene siempre de las minorías de vanguardia.
Según Marx las transformaciones sociales siguen un esquema dialéctico (tesis, antítesis, síntesis), que ha de conducir a la constitución de una sociedad donde ya no exista antítesis (lucha de clases): la sociedad comunista. Ortega rechaza que pueda encontrarse un proceso dialéctico tras las transformaciones históricas, y rechaza igualmente que los cambios históricos conduzcan a algún fin que pueda predecirse de antemano.
Marx critica duramente el modelo económico liberal: el modelo liberal solo es justificable en la medida en la que creará las condiciones para su superación. Critica igualmente el modelo político liberal. La estructura jurídica y política del Estado liberal está al servicio de la clase dominante en ese momento: la burguesía. Ortega es un defensor de las conquistas del liberalismo político: el Estado liberal garantiza unos derechos básicos de los individuos, especialmente las libertades individuales. Aunque, no obstante, Ortega admite que el Estado debe intervenir para garantizar unas condiciones básicas de bienestar a los ciudadanos.


-COMPARANDO A NIETZSCHE CON ORTEGA-
   Entre el pensamiento de Nietzsche y el de Ortega podemos encontrar una serie de similitudes:
Ambos filósofos ponen a la vida como centro de su filosofía.
Ambos critican la concepción tradicional de la razón, aquella que identifica pensar racionalmente con pensar mediante conceptos. Y ambos critican, sobre todo, la concepción moderna de la razón, que identifica pensar racionalmente con pensar en términos matemáticos.
Ambos autores consideran que lo vital, lo histórico, es cambiante, y no puede ser expresado mediante conceptos universales, dados de una vez y para siempre.
Ambos defienden una concepción perspectivista de la verdad. No existe una realidad en sí, que pueda ser descrita mediante verdades absolutas, sino que toda verdad se da siempre desde un punto de vista.
Ambos son críticos con la uniformización de la vida humana. Nietzsche critica la moral de rebaño, la moral que somete al individuo a las Iglesias, los partidos o el Estado. Ortega es crítico con la reducción del individuo a la masa en las sociedades modernas, dando origen al hombre-masa, el hombre mediocre, el hombre instalado en el igualitarismo y que no se exige nada a sí mismo.
Ambos coinciden también en una defensa de la «autenticidad». Nietzsche propone como ideal humano el superhombre, que es el hombre fiel a sí mismo hasta el punto de querer el Eterno Retorno de lo Mismo, lo que implica desterrar de su vida todo querer a medias. Ortega defiende que los individuos y las colectividades deben ser fieles a su propio ser, a la tarea que les es propia. Esta tarea está, para Ortega, en función de la circunstancia en la que les ha tocado vivir.
   Ahora bien, ambos autores discrepan tanto en su concepción de la vida como en la superación del racionalismo clásico:
Así Nietzsche identifica la vida con la voluntad de poder. La vida sería un puro impuso a ser más, que lleva a la creación incesante de formas nuevas. Cuando Ortega habla de la vida, se refiere a la vida humana, a la vida personal, a «mi vida».
Dado que la racionalidad clásica no puede expresar correctamente los aspectos vitales, dinámicos, de la realidad, Nietzsche niega validez a la ciencia y a la metafísica tradicional. En su lugar pone al arte, como el modo más apropiado de expresar lo vital, como una forma más profunda de acercarse a la realidad. Pretende, según sus propias palabras, desarrollar una metafísica de artista. Pero esto le lleva a colindar con el irracionalismo. Ortega considera que si el modo tradicional de entender la razón no es apropiado para tratar con los fenómenos cambiantes, los fenómenos vitales e históricos, eso se debe a que desde Sócrates y, sobre todo, desde el pensamiento moderno, se produjo una reducción de la razón. Pero lo que hay que hacer no es abandonar la razón y adoptar actitudes irracionalistas, sino elaborar un nuevo modelo de racionalidad, una racionalidad más amplia. Hay que sustituir la razón pura por la «razón vital».
Nietzsche es un pensador vitalista, la vida, entendida como puro impulso a ir más allá de sí misma, es la fuente de toda valoración. Ortega es un pensador raciovitalista, la vida no es puro impulso ciego e irracional, pues la vida tiene a la razón como instrumento a su servicio.
Nietzsche, pese a su pretensión de haber superado la metafísica, y por ello de haber superado la concepción que identifica el ser con lo fijo, lo eterno, etc., sigue atrapado en la concepción tradicional del ser. La razón es que para asimilar ser a devenir elabora su teoría del Eterno Retorno de lo Mismo. Pero esta teoría acaba identificando el ser con un presente eterno. Es decir, al sostener que todo instante retorna y por ello es eterno, cae en un “presentismo”. El instante pasa a ser real porque existe en una especie de eterno presente. Ortega, por el contrario, defiende la temporalidad, con sus tres dimensiones de pasado, presente, y futuro, como un componente de la vida humana. Y sostiene que lo real es el acontecer, que la realidad está hecha de sucesos, más que de cosas.

Los derechos de autor de esta entrada pertenecen a D. Alejandro Bugarín Lago.
Es lícito emplear sus contenidos con fines didácticos, pero no comerciales.


No hay comentarios:

Publicar un comentario